Μούσες

Aquí pretendo reunir los aspectos más destacables de la cultura griega, tanto aquellos que he descubierto desde que vivo en Atenas como otros que ya sabía desde antes de venir.



Educación

Antes de entrar en detalles quiero señalar que, en general, la educación es mucho mejor en Grecia que en España. Sin comparar los contenidos de uno y otro sistema, los griegos tienen más conocimientos: por ejemplo, saben que en su país hubo una guerra civil en el siglo XX y que esta ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial. O, en Rodas, cada vez que comentábamos con alguien (un taxista, el escritor cuyo libro traducíamos, la secretaria de la casa de traductores) de dónde era cada uno de nosotros, sabía dónde estaba Madrid, dónde Asturias y dónde Granada y Murcia. Pregúntale a un español dónde está Atenas. Dónde está Grecia, si me apuras.

Además, muchos griegos, sin dedicarse especialmente a la literatura, conocen varios nombres y títulos españoles: Cervantes, Lorca,  Borges, Cela y su Colmena, Enrique Vila-Matas... Pregúntale tú a un... bueno, mejor ni le preguntes.

Este nivel de cultura general es posiblemente la causa de que en las conversaciones griegas no se hable de fútbol. Ya sean amigos, familia o desconocidos, de una generación o de otra, hablarán sobre política, sobre actualidad, sobre los viajes que han hecho, sobre sus propios asuntos, pero no sobre fútbol. Luego están los que sostienen que el griego antiguo es un idioma perfecto y bellísimo, que ojalá que no se hubiera manchado de palabras extranjeras y que los adolescentes deberían ponerle más interés al estudio de esta lengua madre de todas las demás. Y en seguida el cuñado replica que no, que debería ser al contrario, que no puedes poner a los chavales a estudiar una cosa tan complicada porque los chavales a esa edad tienen otras cosas en la cabeza y no les interesa una cosa muerta que no entienden. Hombre, si nos ponemos así, señor cuñado, entonces los chavales no deberían estudiar ni griego antiguo ni matemáticas ni biología ni nada, porque a esa edad no tienen la cabeza en el griego clásico ni en las matemáticas ni en ninguna asignatura. Que hagan un paréntesis educativo durante la adolescencia y retomen sexto de primaria con diecinueve o veinte años, ya después de madurar.

Por seguir con el nivel de cultura general, también es notable el hecho de que, a pesar de la difícil ortografía de la lengua griega, los griegos no suelen cometer faltas de ortografía de esas que te hacen querer arrancarte los ojos; ni siquiera los inmigrantes, que por lo general tienen peores notas y actitud, y han entrado en contacto con el idioma más tarde que los nativos, cometen atrocidades similares a las de algunos españoles, que solamente tienen que preocuparse por las tildes, la hache, la be y la uve. A propósito de esto, otro aspecto curioso es la repetición de los cursos: aunque es la solución que se ha establecido para los alumnos que no consiguen superar un curso, nadie repite. Todos los alumnos aprueban, por malos que sean. Y es que a lo mejor los griegos no llegan a ser tan malos como los malos españoles. Ya he dicho que por lo menos saben escribir.

Entrando en el sistema educativo, se puede decir que es bastante parecido al español: la Educación Primaria tiene seis cursos, desde los seis años hasta los doce del alumno; la Educación Secundaria, como en España, está dividida en dos partes, de tres cursos cada una. La primera se llama Γυμνάσιο (sí, «gimnasio»; como todos sabemos, en la Grecia Antigua este era el lugar donde la gente hacía ejercicio físico, que estaba considerado tan importante como el mental) y la segunda Λύκειο, es decir, Liceo. Este no es obligatorio, como nuestro Bachillerato, pero no hay nadie que se quede sin hacerlo.

Las clases empiezan a las 8:15 de la mañana desde primaria, y según el número de horas semanales de cada curso terminan a una hora u otra del mediodía. No hay un recreo de veinte o treinta minutos a media mañana, sino que los intermedios entre las clases son más largos.

He reunido las asignaturas de los tres bloques en tres tablas, y les he asignado una traducción provisional y más bien literal para que se vea cómo las llaman en griego. A grandes rasgos, destaca el hecho de que no dan Música más que un par de horas en secundaria y no tienen Historia del Arte, la asignatura más querida y a la vez más odiada por los alumnos de humanidades españoles. Por otra parte, tienen asignaturas que en España no damos, como Economía o Sociología, y ya desde quinto de primaria se empiezan a desglosar muchas: Lengua, Literatura, Física, Química, Álgebra, Geometría, Historia, Biología (ni rastro de Geología, por cierto)... Así, el número total de asignaturas es bastante elevado, sobre todo desde el punto de vista de un español, al que ya le parece que tiene demasiadas, aunque por otra parte la mayoría son de una o dos horas a la semana.

Cuando los griegos terminan el Λύκειο, para entrar en la universidad deben hacer el equivalente de nuestra Selectividad: los Πανελλήνιες [Εξετάσεις] o [exámenes] panhelénicos. La única diferencia que encuentro con la Selectividad es que en Grecia estos exámenes no se hacen en las universidades, sino cada uno en su instituto. Una vez aprobados los Πανελλήνιες, toca elegir carrera, y muy probablemente habrá que irse a estudiarla a otra ciudad, pues ni en todas las ciudades hay universidad ni en todas las universidades hay muchas carreras. Hay universidades en Atenas, Salónica, Patras y Yánina, y otras siete universidades con facultades repartidas en varias ciudades e islas.



Aquí es donde entra la gran cuestión de la educación en Grecia, y la principal diferencia respecto a España. En el coleegio y en el instituto, los padres no tienen que pagar tasas escolares, pero tampoco los libros de texto: son cuestión del Ministerio y el Ministerio los redaacta, los imprime y los reparte. Las editoriales no hacen el agosto cada septiembre. En la universidad, tampoco hay que pagar tasas, ya sea para una carrera o para un máster: también la educación superior es gratis para los griegos. Incluso comer en la universidad es gratis. En la de Salónica no te piden ni el carné de estudiante, reparten las bandejas desde una ventanilla; y en la de Atenas hay que ir a las oficinas centrales a que te expidan un documento que es el que enseñas luego en la caja cada vez que vas a comer. Dependiendo de tu renta, comes gratis con este documento o bien pagas tres euros, y con el ticket peudes volver por la tarde y te vas cenado a casa. Los fines de semana también.

¿En qué se gastan entonces el dinero los padres trabajadores con hijos estudiantes? En segundo lugar, en enviar al hijo fuera a estudiar la carrera que quiere, porque aunque no haya que pagar ni tasas ni comida (que por otra parte muchos prefieren pasar de ella, quedarse en casa y cocinar o pedir a domicilio), es un alquiler, unas facturas, unos viajes de ida y vuelta... Y en primer lugar, quizá como resultado de que como la universidad es gratis todo el mundo hace una carrera, en los φροντιστήρια. Estos son academias privadas que abundan por toda Grecia donde trabajan los egresados de las universidades que no encuentran trabajo como profesores en la pública porque no caben. Relacionable con la proliferación de estos φροντιστήρια es el surgimiento en los últimos años de una obsesión por el estudio, de una falsa necesidad social de estudiar y de obtener títulos. Por este motivo, los adolescentes, cuando salen del instituto, se pasan la tarde en la academia, estudiando de nuevo (¡o avanzando más!) lo que ven por las mañanas. Además, en segundo o tercero del Λύκειο, esta necesidad de ir al φροντιστήριο se hace imprescindible y aunque el chaval no haya ido antes, ahora es necesario que se apunte para prepararse los Πανελλήνιες. Aquí (o en clases particulares, que también abundan) se van varios cientos, o miles, de euros.

Esta obsesión por tener títulos es también la causa de que todos los griegos hablen varios idiomas, o por lo menos inglés. Considero este detalle bastante importante: el alto nivel de inglés de los griegos no se debe a que en el colegio se lo enseñen muy bien (como yo pensaba cuando no tenía ni idea de todo eso de los φροντιστήρια) ni de que la tele y el cine no estén doblados: si un griego no va al φροντιστήριο a dar inglés, por mucho que vea la tele, ni se le pega el acento ni aprende inglés. De hecho, el acento no lo coge ni yendo al φροντιστήριο; es una especie de problema innato de los pueblos del sur.

Es curioso ver por la calle a ancianos hablando en inglés con un turista que les ha preguntado una dirección, sobre todo desde el punto de vista de un español, cuyos abuelos son seguramente analfabetos debido a la Guerra Civil. En Grecia esta generación sí que fue al colegio, es más, hay abuelos con carreras, pues la universidad siempre ha sido gratis, y varios idiomas. Un dato: hace poco leí que el Instituto Cervantes de Atenas es el centro donde se hacen más exámenes de español del mundo.

Por último, una notable diferencia con respecto al sistema universitario español en las carreras de idiomas: en las filologías y Traducción (que solo se imparte en Corfú) hay que entrar con un nivel al menos medio de la lengua en cuestión, pues en los Πανελλήνιες se examinan también de dicha lengua, aunque no la hayan dado en el instituto. Aquí entran de nuevo los φροντιστήρια y las clases particulares: si el chaval quiere estudiar Filología Hispánica, debe decidirlo al menos un año antes de entrar, para tomar clases de español y aprobar el examen de accceso. Así en la carrera no se pierde tanto tiempo enseñando la lengua desde cero y se puede avanzar más.



Gastronomía

La cocina griega está basada en la dieta mediterránea, así que abundan las verduras, el aceite de oliva, el vino y las especias. Hay platos excelentes, como los δολμάδες (arroz con especias y a veces carne picada envuelto en hoja de parra), los γεμιστά (tomates y pimientos al horno rellenos de arroz especiado y carne) o el μουσσακάς (lasaña de berenjena y patata). Los embutidos y quesos también abundan, y existe una gran variedad de estos últimos, que suelen ser frescos y por lo tanto de color blanco. La variedad más conocida es el φέτα, aunque hay diversas subvariedades según la procedencia.

Algo relativamente sorprendente, dada la gran costa que tiene Grecia, es el hecho de que no se come mucho pescado, y hasta es algo caro en los mercados; los griegos prefieren la carne. Los dos platos estrella son los σουβλάκια (literalmente, «pinchito») y los πίτα γύρος ο πιτόγυρα, que son trozos de carne del gran pincho, como el de los kebabs, con diversas verduras, patatas fritas y una salsa (mostaza, τζατζίκι o similar), todo dentro de un pan de pita. Tanto en unos como en otros, la carne es de pollo, cerdo o ternera. Y este es el secreto de que McDonald's no triunfe en Grecia: un σουβλάκι cuesta poco más de un euro, y un πιτόγυρο, dos y pico. Te lo hacen en el momento pero vale más barato, y es más sano porque es carne normal. ¿Por qué gastarse cinco euros en una hamburguesa?

Pero los españoles tenéis las tapas, que es salir a comer barato —responden los griegos a este razonamiento.
—Sí, pero los adolescentes, cuando empiezan a salir a cenar con la pandilla, no se van de tapas, se van al Burger King, que dan Coca Cola y además es comida sencilla y que les gusta, no cosas raras. Por su parte, los adolescentes griegos adonde van a cenar con la παρέα es al πιτογυράδικο, no a una ταβέρνα ni a un μεζεδοπωλείο.


Σουβλάκι o pinchito.
En Atenas y alrededores lo llaman καλαμάκι,
que es el palito donde se pincha la carne. Un despropósito.

Πίτα γύρος ο πιτόγυρο.
En Atenas y alrededores lo llaman σουβλάκι,
por el pincho donde gira la carne, aunque el diminutivo no viene a cuento.
Están locos estos atenienses.

Otro elemento de la gastronomía griega son los dulces. En general los venden en los φούρνοι o panaderías, pero existen los ζαχαροπλαστεία o confiterías, comercios especializados en dulces (aunque también venden pan) donde se puede encontrar de todo. Lo más simple es el κουλούρι, o rosquilla, que es simplemente pan, ligeramente dulce, con semillas por encima. Hay hasta puestecillos por la calle que venden κουλούρια, y esto es lo que las mamás les compran a sus hijos cuando van por la calle y les entra hambre o gula, en vez de comprarle un bollo y que salga obeso el niño. Por cierto, hablando del pan: el pan griego, que es más sabroso que el español, no se pone duro al día siguiente. Incluso después de varios días, tostándolo un poco, no se nota la diferencia con una barra recién comprada.

Luego están los dulces con sirope, que los introdujeron en Grecia los refugiados que huyeron de Asia Menor, y las pitas o empanadas: τυρόπιτα, σπανακόπιτα, γαλατόπιτα, ζαμπονοτυρόπιτα, λουκανικόπιτα, κρεατόπιτα, μηλόπιτα... que se hacen también en casa, pero si uno no tiene tiempo u horno o no sabe la receta, se para en un φούρνο, se pide una tirópita y sale desayunado o merendado. Por eso los niños no engordan en los colegios, porque las mamás les hacen un bocadillo sano o les compran una tirópita, no un bollo.

Κουλούρι

Τυρόπιτα

Ζαχαροπλαστείο con dulces

El ingrediente estrella de la cocina griega es el yogur. Nadie que no haya estado en Grecia ha probado el yogur griego, por mucho que se empeñe Danone en hacérnoslo creer. El yogur griego es muy cremoso, no es dulce y, como las empanadas, también lo hacen en casa. Puesto que se usa como ingrediente para diversos platos, postres y no tan postres, como el τζατζίκι, en los supermercados no los venden en vasitos minúsculos sino en cubos de un kilo.

Yogur griego

Por último, el asunto de la leche merece también unas líneas. En Grecia tradicionalmente no se suele tomar mucha leche como tal (la prefieren en forma de yogur o queso, que como he mencionado son dos productos que se consumen muchísimo), y una de las razones es posiblemente el hecho de que el café griego, el tradicional, no la lleve. En el supermercado podemos encontrar leche en dos lugares: en las neveras, es decir, fresca, y en las estanterías, normalmente junto a los cafés, envasada en latas. La leche fresca tiene el inconveniente de que hay que comprarla casi todos los días, porque se estropea en seguida. Además, es carísima: un litro vale el doble que en España (más de un euro).

Por su parte, la que venden enlatada es un tipo de leche que yo no había visto antes: leche evaporada. No condensada, dulce y espesa, para hacer postres, sino evaporada. Es un poco más espesa que la leche normal, pero no tanto como la condensada, y no está dulce. Es algo así como leche concentrada, con menos agua. Las latas son pequeñas, de 170 o 400 gramos. Me atrevería a decir que esta variedad es la que más consumen los griegos, frente a la fresca. En algunos supermercados hay también tetrabricks de leche normal, pero siempre hay unos cuantos solamente y están medio escondidos y en la balda de arriba.



Economía

La economía griega difiere de la de Europa occidental y países afines, quizá precisamente por la localización geográfica de Grecia, o bien por su historia o la mentalidad de los griegos (que, de nuevo, están relacionadas con su posición en el mapa). En cualquier caso, se trata de un país al que no ha llegado (del todo) ese consumismo feroz que se ha asentado en los países desarrollados y define el modo de vida y de pensar de sus habitantes. No: Grecia no está llena de inmensos centros comerciales donde las familias pasan los sábados por la tarde; los supermercados no exhiben su impoluta mercancía sin taras como si fueran artículos de museo ni se afanan por que en sus estanterías no haya nunca ni un solo hueco, no vayan a pensar los clientes que les falta género; la gente no presume de cochazo. Etcétera. Eso sí, tampoco podía evitarse que el Grupo Inditex instalara sus instalaciones en Grecia también. Así toda Europa va vestida igual.

Los griegos que tienen una tienda, ya vendan souvenirs para los turistas, suvlakis, fotocopias para estudiantes o artículos de cosmética y bisutería, no ponen precios altos. Ya he mencionado que un suvlaki vale un euro y un pitóyiro poco más de dos. Los imanes para el frigorífico y los llaveros valen un euro o si acaso dos, pero nunca los he visto a cuatro y medio o cinco como en Las Ramblas o Londres. De observar todo esto he llegado a la conclusión de que el griego no busca enriquecerse. En general (siempre en general), los griegos montan su pequeño negocio sin tener como objetivo llenarse el bolsillo sino simplemente vivir dignamente con un sueldo aceptable, y lo mismo los que trabajan por cuenta ajena, pues los sueldos en general son más bajos que en España (dejando aparte las crísises, nuestros antiguos mileuristas eran en Grecia ochocientoseuristas) y lo tienen asumido. No existe esa picaresca que hay, por ejemplo, en la Administración española, de inventarse multas y delitos para recudar. En Grecia hay pocos radares de tráfico (y eso que hay más mortalidad en las carreteras) y no funciona ninguno porque se los carga el pueblo y la Administración no se preocupa por volverlos a poner en funcionamiento; en la anterior legislatura, antes de Tsipras, policías y militares rodeaban el Parlamento con fusiles enormes en la mano, mientras que la táctica española para meter miedo no es esa sino multar a quienes se manifiesten.

Hasta las facturas del agua, la luz y el teléfono son mucho más baratas que en España. Porque, si bien es verdad que los precios de los supermercados, a pesar del sueldo del griego medio, son en general más elevados que en España (ya he mencionado el ejemplo de la leche), en Grecia la luz, el teléfono y el internet, que es del teléfono, son empresas estatales, y aunque podrían aprovecharse del monopolio y cobrar lo que quisieran, no lo hacen. Tener internet en casa cuesta menos de 20 € mensuales, y si pillas una oferta puedes tenerlo hasta por 15. En telefonía móvil hay empresas privadas, como Wind o Vodafone, pero casi todo el mundo es de COSMOTÉ, la versión para móviles de OTÉ, como Movistar y Telefónica.

Al hilo de esto quiero mencionaar también los mercadillos. Ahí, en contraposición con los supermercados, la fruta y la verdura si que es muy barata, incluso más que en España: tres lechugas un euro, por ejemplo, mientras que mi madre las compra a dos un euro en el mercaíllo.

La economía griega se basa en un par de empresas grandes, montones de pequeñas y minúsculas empresas y el sector público. Casi no hay industria y la agricultura y el turismo sustentan el sistema. Estas pequeñas empresas son los negocios que montan los griegos, con entre dos y ningún empleado, y son bares, cafeterías, establecimientos de suvlakis y pitóyiros, tiendecillas de diversos productos y cosas por el estilo. En el otro extremo está el sector público, donde trabaja la otra mitad de la población, o incluso más. Tradicionalmente, el deseo que toda madre griega tiene para sus hijos es que se saque unas oposiciones y encuentre un trabajo fijo en el δημόσιο. Como en España, pero en Grecia lo consigue más gente.

Por supuesto, no quiero pintarlo como que Grecia es el país de los unicornios y los arcoíris donde todo es genial porque la gente no es consumista y los precios son más baratos. Por supuesto que hay corrupción, evasión fiscal y todos esos problemas que afectan a todas las sociedades. Los políticos griegos son bastante corruptos, y todo el mundo lo sabe; y existe un razonable grado de evasión fiscal en las empresas, sobre todo en las pequeñas, que son las que abundan. Porque el griego no buscará enriquecerse, pero como no le gusta que le manden y por eso siempre se está quejando, se inventa truquillos para rebañar un poco de dinero a Hacienda: hay comercios (tiendas, restaurantes, lo que sea) en que no te dan el ticket a no ser que lo pidas específicamente, con lo cual a la hora de declarar sus beneficios a Hacienda pueden demostrar que ganan menos de lo que en realidad ganan y así pagan menos impuestos.

Por último, he de decir que últimamente se ve un cierto espíritu consumista en los griegos con un elemento inherente a su cultura: el café. Hablaré de él más adelante, pero quería mencionar aquí el hecho de que cada vez más vemos a los griegos, sea invierno o verano, con el café en el vasito de plástico en el autobús, en clase, en el trabajo (o en el autobús y en el trabajo, si son conductores de autobús) o en el parque. La cultura del «para llevar», para los que tienen prisa. Solo que últimamente se lo llevan tamabién quienes no tienen tanta prisa.



Transporte

En Grecia el transporte público entre municipios se hace mayoritariamente en autobús y, en el caso de las islas, en barco. El tren aún no sirve para viajar por la Grecia continental en general, porque hay pocas líneas, y además tarda lo mismo que el autobús. El barco, por su parte, tarda muchísimo, pero también es verdad que las islas están bastante lejos de tierra firme; por carretera sería probablemente lo mismo.

Las carreteras griegas no son tan buenas como las españolas: solo hay tres autovías grandes (Atenas-Kalamata, Atenas-Salónica e Igumenitsa-Alexandrúpoli) y el resto son eso, carreteras, con un par de carriles, sin arcén y a veces hasta mal asfaltadas. Este podría ser uno de los motivos de la alta tasa de siniestralidad que existe, mucho más elevada que en España sobre todo si tenemos en cuenta que la población de Grecia es menor que la cuarta parte de la española. Cada puente e inicio y fin de vacaciones se matan miles de griegos todos los años.

Fuente: Wikipedia

En cuanto al transporte público urbano, solo puedo hablar de Atenas y Salónica, pues no me he movido en el de otras ciudades. En Atenas hay cuatro medios de transporte público: el autobús, el trolebús, el metro y el tranvía (y por supuesto el taxi). El trolebús, para quien no sepa lo que es (yo nunca había visto uno hasta que vine por primera vez a Atenas), es simplemente un autobús que en lugar de funcionar con combustible y un motor va enganchado a unos cables superiores que hay por las calles. Objetivamente, los cables de los trolebuses afean bastante la ciudad. Se supone que están para que no haya tantos autobuses soltando gases y contaminando, pero lo cierto es que producir la elecricidad que consumen los trolebuses también contamina; pero como no es en Atenas, parece que da igual.




El metro de Atenas tiene tres líneas, y una cuarta en construcción, que, al igual que los autobuses, unen los distintos barrios de la ciudad y a esta con los municipios adyacentes, como El Pireo, Kifisiá, Marusi, etc., y con el aeropuerto. Estas tres líneas solo se unen, siempre de dos en dos, en cuatro paradas: en las tres plazas centrales de Atenas (Omonia, Monastiraki y Síndagma) y en la parada de Atikí, cerca de la estación de trenes. El tranvía, por su parte, une el centro de Atenas con El Pireo y otros muncicipios de la costa.

Los precios del transporte público de Atenas son bastante razonables, teniendo en cuenta que se trata de una capital: el billete sencillo vale 1'20 €, o 0'60 para estudiantes. Además, un billete permite hacer todos los transbordos a los que dé tiempo en 70 minutos. La tarjeta mensual normal vale 30 € y la de estudiante ¡15 €! Y no hay zonas, como en Madrid. Todo el mundo paga lo mismo, viva donde viva. Como es tan barato, todo el mundo usa tarjeta.

Una diferencia notable con respecto al modo de coger el autobús en España: en Grecia todas las puertas del autobús (y del trolebús, que siempre es igual en todo) son de entrada y de salida, por lo que se ahorra bastante tiempo al no tener que entrar todos ordenadamente por la puerta de delante, que por lo menos en Málaga van todos lentísimos, aunque el resto de la cola se esté mojando bajo la lluvia. Además, al poderse entrar por cualquier puerta, no es el conductor el que cobra, sino que hay unas maquinitas (entre dos y cuatro, según si el bus es doble o no) en las que cada uno se tica el billete. En el caso de Atenas los billetes solo pueden comprarse fuera del autobús: en los quioscos o en las estaciones de metro (pues el billete es el mismo); si es de noche y todo está cerrado, te aguantas y rezas por que no entre un revisor. La multa es de 60 veces el precio del billete. En Salónica, los billetes, además de en los quioscos (metro no hay, por ahora), también pueden comprarse dentro del autobús, pero no al conductor: hay una o dos máquinas expendedoras que no dan cambio ni tican el billete, por lo que cuando lo compramos tenemos que ticarlo en la máquina de al lado, que es como las de Atenas.

En el metro de Atenas lo curioso es que no hay tornos: en la entrada hay varios postes que sostienen las mismas máquinas que hay dentro de los autobuses y cada uno tica su billete. Si no tienes billete o no quieres ticarlo, puedes entrar igual, pero una vez más te arriesgas a comerte una multa si te pilla un revisor. Los que tienen carta mensual no la tican, porque no tiene forma de billete, sino que simplemente la llevan encima y se la enseñan al revisor cuando se la pide. Probablemente por esto no hay tornos, lo que por otra parte ahorra también mucho tiempo.

Estación Acrópolis del metro de Atenas



Atenas
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