jueves, 30 de abril de 2015

Γοργών

Pues resulta que soy otra vez Presidenta de Mesa. Ayer me mandó mi padre la notificación escaneada (ya se lo ha aprendido, de la otra vez, hace dos meses). Lo que pasa es que, como estoy recluida en casa con un esguince que me hice en Creta y me rehice luego en el pueblo, no puedo ir a mi querida embajada a decirles que expidan el documento que demuestra que estoy inscrita allí como 'no residente'. Otra vez.

He tenido que mandar al pobre Γιώργος esta mañana con los tres documentos que me pidieron la otra vez, y lo han tenido 45 minutos esperando antes de dignarse a atenderlo; me ha dicho que a la funcionaria, mi amiga, no hacía más que oírla dar voces dentro. Cuando por fin se ha asomado y él ha expuesto la situación, le han comunicado amablemente que no podían hacerlo sin que fuera yo personalmente. Mire usted, es que tiene un esguince, ¿la traigo a cuestas o qué pasa? Ah, no sé, ya tú verás. «No sé»: su frase favorita. Ella nunca sabe nada. Eso sí, le ha recordado, también amablemente, que mañana no vayamos, que cierran porque es 1 de mayo. Eso sí que lo sabe. Lo que yo no sé es por qué la otra vez, cuando estaba yo en Samos, sí que pudo hacerse sin ir yo personalmente. Si ahora en vez de un esguince tuviera un coma, ¿también me harían ir?

Tendré que ir el lunes (que pensaba ya ir a clase de griego, caminando despacito, por lo que no sé si me dará tiempo a llegar desde la uni a la embajada antes de que cierren), cuando falte un día para que cumpla el plazo. Así me gusta a mí hacer las gestiones cuya omisión está penada con cárcel: en el último momento.


Voy a hacer una colección a este paso

Actualizado (lunes, 4 de mayo): Esta mañana hemos ido (mi muleta humana y yo) a clase de griego, pasito a paso, y al salir nos hemos pasado por mi querida embajada para que me hicieran el dichoso papel. Había otra chica, de Galicia, con su novio griego rellenando y entregando un montón de papeles porque se van a casar. Cuando las funcionarias se metieron dentro a procesar nuestros respectivos trámites, se puso a despotricar sobre la embajada, diciendo que si no sabían qué papeles pedirte, que ibas con unos y de repente te pedían otros, que ni siquiera los trámites eran iguales en todas las embajadas españolas y quejas por el estilo. Nosotros le dábamos la razón y añadimos nuestra propia experencia.

La simpática funcionaria se acordaba de mí y me ha dicho amablemente que me quedase sentada, que fuera Γιώργος a la ventanilla a por el papel. La otra ha salido con el impreso y le ha dicho que estaba listo pero tenía que firmarlo el cónsul, que volviéramos mañana. Mañana no, que me gradúo, tendría que ser el miércoles. ¡No, que mañana acaba el plazo!, se me oyó desde mi asiento. Y la tía inútil: «A ver, ¿esto qué plazo tiene?», mirando la fotocopia de la citación como un árabe que ve jamón. «Bueno, pero como está con fecha de hoy, tú ya envíalo cuando sea». He estado a esto de cagarme en su puta madre. Al final, uy, vaya, resulta que había otra solución: esperar media hora, hasta las 2, a que viniera el cónsul y lo firmase. En media hora estaba todo listo y nos hemos largado, con la esperanza de no tener que volver jamás.


jueves, 23 de abril de 2015

Θέμις

Esta semana, en el Instituto Cervantes de Atenas se inauguró la exposición titulada En las playas de Proteo, con fotografías de la traductora mexicana de griego y ruso Selma Ancira, a la que había conocido el año pasado en un acto organizado en Málaga por Vicente. No podía dejar pasar la oportunidad de volver a ver a Selma, y se alegró mucho de verme.

Las fotografías de la exposición, que fue inaugurada por Selma, el Embajador de México en Grecia y el director del Instituto Cervantes de Atenas, han sido tomadas a lo largo de quince años en aguas de Grecia y Chipre. Acompañando a las imágenes veíamos versos del poema «Agua» del mexicano Francisco Segovia (fragmentos aquí) junto a su traducción al griego, realizada por Nicos Pratsinis.

Agua de Naxos
© Selma Ancira

También asistió a la inauguración, el embajador de la Grecidad, y conoció a Γιώργος.

—Pero el catalán ¿para qué lo quieres?
—¿Eh?
—El catalán, que ¿para qué quieres aprenderlo? —Se drige a mí—: ¿Tú tienes algo que ver con Cataluña?
—Yo no.
—No, pero si es que ya lo hablo...

«¿Para qué?» Y tú el griego ¿para qué lo aprendiste?

Hay que ver con Don Pelayo...



Agua de Grecia
© Selma Ancira

miércoles, 22 de abril de 2015

Όλυμπος

El Monte Olimpo y los Montes de Piería, cubiertos de nieve, se veían muy nítidamente desde el pueblo, al norte de estos, durante las vacaciones de Pascua.

Olimpo

El Olimpo, más cerca
Los Montes de Piería

martes, 21 de abril de 2015

Πότνια θηρών

Antes de ir al pueblo a pasar las vacaciones de Pascua, fuimos a Creta tras descubrir que Ryanair une esta isla con Atenas por un más que módico precio. El plan era volar Atenas-La Canea [Χανιά], pasar un día en La Canea, coger un bus a Rétimno, pasar otro día, coger un bus a Heraclión, pasar dos días y volver a La Canea en autobús para coger el avión de vuelta. Además, nos hospedaríamos en hostales cuyos razonabilísimos precios ya habíamos visto en internet.

El vuelo desde Atenas era tempranísimo por la mañana, así que cuando llegamos a La Canea lo primero que hicimos fue desayunar. Miento: lo primero que hicimos fue quedarnos estupefactos por la cantidad de farmacias que había. Y quiero decir muchísimas, más que en el resto de Grecia en general (aquí menciono el porqué). En una ocasión íbamos por una calle, nos quedamos quietos y contamos a nuestro alrededor cinco farmacias, en la misma calle. Una enfrente de la otra, o separadas solo por otro comercio entre dos.

La Canea, la segunda ciudad de la isla con más de 55.000 habitantes, tiene más influencia veneciana que bizantina, pues toda la isla perteneció a Venecia entre los siglos XIII y mediados del XVII, y según las fuentes históricas, está situada sobre el asentamiento de Cidonia, de época minoica. Se trata de una ciudad pequeña, antigua y muy acogedora, y terminó siendo mi favorita de las tres.

El patio del pequeño museo arqueológico,
un edificio de piedra, con una fuente turca (a la derecha)

El museo arqueológico por dentro.
Me recuerda vagamente al de Mérida.

El rompeolas veneciano de La Canea,
con el faro al final y la ciudad al fondo.

El faro veneciano

El segundo día cogimos el autobús de línea para ir a Rétimno, pero nos bajamos a mitad de camino para ver los restos de una antigua ciudad minoica, la antigua Aptera, que está a un par de kilómetros monte arriba desde la carretera de la costa, justo después de un pequeño pueblecito en cuyo καφενείο paramos a desayunar.

Ελληνικός καφές y παξιμάδια...
y media tirópita de La Canea.

La ciudad-estado de Aptera fue una de las más importantes de Creta en su época. Ya hay referencias a ella en las tablillas en lineal B (siglos XVI-XIII a. C.) y continúa existiendo hasta el siglo VII d. C., cuando por la combinación de un fuerte seísmo con los ataques de los sarracenos queda definitivamente destruida.








Un depósito de agua que por fuera no es más que una ligera elevación del terreno.
Esa soy yo con una amapola enganchada en la trenza.

La entrada al depósito

Al llegar a Rétimno, y después de soltar las cosas en el hostal, salimos a perdernos por las callejuelas del centro. Es una ciudad pequeña, aunque tiene universidad, con entre 30 000 y 40 000 habitantes. Después de La Canea y Heraclión, es la tercera ciudad de Creta. También fue fundada por los minoicos, aunque en aquella época no fue una ciudad importante; sí que lo fue más tarde, en la Edad Media, durante los años de dominación veneciana de la isla, cuando se convirtió en un gran centro de comercio fortificado.

Buzuki gigante en la Plaza del Soldado Desconocido





Heraclión, que vimos al día siguiente, es la capital de Creta y la ciudad más grande, con poco menos de 175 000 habitantes, pero también es la menos vistosa de las tres. El centro histórico no es tan pintoresco, acogedor y medieval como los de La Canea y Rétimno, pero aun así hay bastantes cosas que ver. En primer lugar visitamos el Museo Arqueológico, centrado en la época minoica y cuya colección incluye numerosísimas piezas del yacimiento de Cnosos, que se encuentra a poquísima distancia de la ciudad. De hecho, según algunas fuentes históricas como los escritos de Estrabón y los de Plinio el Viejo, Heraclión no era más que el puerto de Cnosos, es decir, una extensión de esta ciudad como lo fue también El Pireo con respecto a Atenas, hasta que fue fundada como ciudad por los sarrecenos de Al-Ándalus en el siglo IX d. C.

El disco de Festo, descubierto a principios del siglo XX en las excavaciones
del palacio minoico de Festos. Se supone que las inscripciones
están realizadas en escritura minoica, pero no se trata de lineal A ni B.
La de detrás soy yo.

Fresco del salto del toro



La Diosa de las serpientes, deidad minoica según unos, sacerdotisa según otros.
Fue encontrada, durante las excavaciones del palacio de Cnosos,
por el arqueológo Arthur Evans, en el ala oeste del palacio.

Para completar el día minoico fuimos al palacio de Cnosos, que era una construcción enorme e imponente, diría yo, a juzgar por lo que aún queda en pie. Y es que todo eso era solo el palacio, donde vivía el rey, ¡cómo sería la ciudad!

También hay que decir, sin embargo, que está bastante reconstruido con hormigón o algún material similar que se emplease a principios de siglo XX, porque el arqueólogo que dirigió las excavaciones, Arthur Evans, tenía pensado construirse una mansión allí mismo, ¡encima del palacio! Por eso reconstruyó y pintó algunas columnas, que son la imagen del palacio de Cnosos que tenemos hoy y que vistas in situ dan una impresión de artificialidad. Aun así se puede adivinar lo sinuoso de la estructura, que como todos sabemos dio origen al mito del laberinto del Minotauro: se trataba del propio palacio del rey Minos.




Sala del trono



Columnas pintadas y pilar reconstruido a la derecha
Detalle del pilar reconstruido

Esto sí que es más minoico

Altar de cuernos o cuernos de la consagración


Aquí están todavía trabajando los obreros minoicos

Plano del palacio


El segundo día en Heraclión lo dedicamos a la historia no minoica de la ciudad. Visitamos el Museo Histórico de Creta, cuya exposición permanente, que relata la historia de Heraclión y Creta desde el período medieval (veneciano) hasta nuestros días, es sencillamente espléndida.



Maqueta de Heraclión, con el muelle veneciano, las murallas y los baluartes 

El crecimiento progresivo de Heraclión

Νίκος Καζαντζάκης (1883-1957), escritor cretense

Detalle de una máquina tipográfica


Además, en la ciudad de Heraclión están enterrados dos ilustres cretenses: Elefcerios Veniselos (1864-1936), nacido en La Canea, el político más importante de la Grecia moderna que fue primer ministro en siete ocasiones; y Nicos Casandsakis, autor entre otras de la novela Zorba el griego y candidato al Nobel de Literatura en 1946 (lo perdió frente a Albert Camus por un solo voto).

La tumba de E. Veniselos
 
La tumba de Casandsakis
Detalle de la tumba de Casandsakis, con la conocida cita

Escultura de un «encuentro diacrónico»:
Doménicos Ceotocópulos, El Greco (Heraclión, 1541 - Toledo, 1614),
Vincenzos Cornaros, escritor (1553 - Heraclión, 1613) y
Nicos Casandsakis (Heraclión, 1882 - 1957).

El último día lo pasamos de nuevo en La Canea, donde dimos una última vuelta, compramos varios souvenirs y volvimos al aeropuerto para unirnos a la familia en el pueblo, en Piería.


A propósito del título de la entrada: «Potnia Theron» en Wikipedia.


lunes, 20 de abril de 2015

Άρτεμις

Antes de las vacaciones de Pascua fuimos al zoo de Atenas, donde hicimos un recorrido por la fauna de medio mundo, si no del mundo entero: chimpancés armando jaleo, camellos, burros somalíes masturbándose (!), suricatas, focas y delfines, osos pardos, ciervos, coatíes y titíes, linces, lobos, guepardos, panteras, pumas, un ocelote, rinocerontes, jirafas, antílopes y cebras, cocodrilos, buitres y águilas, tortugas gigantes, avestruces, pingüinos, guanacos, osos hormigueros y reptiles y aves exóticas varias. También hay una parte que es una granja, con sus vacas, sus conejos, sus cerdos, sus cabras y  sus patos. Y ponies. Entretenidísimo, y eso que no vimos ninguna exhibición: ni la de los delfines ni la de las aves de presa, ni la hora de comer de los animales grandes. Eso sí, cuando pasamos por donde los guepardos había un esqueleto enorme y pelado tirado en el suelo, como de cebra o caballo.


El ocelote


Athene cunicularia o mochuelo de las madrigueras